lunes, 14 de febrero de 2011

Leyendas de mi pueblo


Leyendas Patagónicas (Argentinas)





LEYENDA DEL NEUQUÉN Y EL LIMAY

Cuenta la leyenda que Neuquén y Limay eran hijos de dos caciques tribales que tenían sus reinos uno al norte y otro al sur.
Eran grandes amigos y nada turbaba su leal camaradería, hasta que un día, en que cazaban juntos, oyeron una dulce voz que cantaba entre las frondas de los arrayanes.
Dirigiéndose hacia el lugar, hallaron a orillas de un lago a una hermosa joven mapuche de largas trenzas, ojos negros y talle esbelto y frágil, llamada Raihué (Flor Nueva). En viaje de regreso los dos jóvenes notaron que algo se había introducido en sus almas, que se interpuso en su plena y antigua camaradería. Pasada las lunas y consultada la "Machi" (Adivina, curandera rasgos de celestina) por ambas familias, comprendieron cuál era la causa del distanciamiento de aquellos jóvenes que antes eran como hermanos, por lo que dicidieron someterlos a una prueba, para que el destino decidiera. Le preguntaron a Raihué qué era lo que más deseaba en el mundo a lo que contestó "tener una caracola para que me diga como es el rumor del mar". Los jóvenes entonces tendrían que llegar hasta el mar y traer una caracola, el que primero llegase tendría el amor de la joven como premio.
Consultados los dioses, convinieron que lo más rápido para llegar al mar sería convertir a los jóvenes en ríos. Así lo hicieron y partieron de sus respectivos reinos. El Espíritu del viento sintiéndose desplazado y celoso comenzó a intrigar a Raihué, susurrándole al oído por las noches, que Neuquén y Limay no volverían nunca más, pues las estrellas que se caen al mar se convierten en mujeres hermosas y encantadas que atrapan a los hombres y los encadenan en el fondo del mar...
Raihué, angustiada comenzó a marchitarse de pena y dolor, mientras los jóvenes seguian su carrera salvando numerosos obstáculos, y la porfía del viento que los incitaba a volver. Cuatro veces cuatro lunas pasaron desde que los mapuches se marcharon y aún el mar estaba lejos. Raihué, mustia, marchita casi con un hilo de vida, haciendo un esfuerzo se arrastró hasta el lago donde conociera el Amor y alzando los brazos a Nguenechén (Dios) le ofreció su vida a cambio de la salvación de los jóvenes. A medida que rezaba sus pies se convirtieron en raíces que penetraron lentamente en la tierra, su cintura se afinó en verde tallo, su busto se esparció en tiernas ramitas y su boca se abrió en roja flor. El viento queriendo disfrutar del dolor de los jóvenes se lanzó a darles la noticia soplando con tanta furia que desvió el curso de ambos hasta juntarlos. Al enterarse que Raihué había muerto de amor por ellos, sólo atinaron a abrazarse fraternalmente y así, unidos en un abrazo que nunca terminará, continuaron su camino hacia el mar, llorando el luto de Raihué. Así nació, al juntar ambos sus márgenes, el río Negro.







                      Este es el Rio Negro tomado cerca del volcán Lanin en el invierno de 2007


                          Esta es una fotografia desde el aire en el verano de 2008


 Esta es una fotografía semi-panorámica del puente que atraviesa el Río negro y une la provincia del Neuquen con la provincia de Río Negro 


Raihue acaba por convertirse en una Araucaria un árbol no muy alto ni frondoso el cual tiene unas hojas parecidas a espinas verdes y da unos frutos llamados "Piñones"